¿Cómo saber si un perro vale para cazar?
En montería, batida y otras modalidades de caza, disponer del perro adecuado es indispensable para el rastreo, la muestra y el cobro de la pieza cinegética. «Quien caza sin perros, anda por los cerros», señala un refrán, y con razón: el extraordinario olfato de los canes es 10.000 veces más potente que el de cualquier ser humano. Pero además, los perros con instinto de caza saben transmitir la afición por el campo y el gusto por esta actividad milenaria, presente en todos los cánidos, aunque no en igual medida.
Precisamente aquí radica una cuestión fundamental: ¿cómo saber si un perro vale para cazar? Hacia la sexta o séptima semana de vida, el cánido presenta ya aptitudes que permiten inducir cuál será su rendimiento como lebrel, rehalero o indicador. Por más que este reconocimiento temprano no sea una ciencia exacta, el Test de Campbell o el Test de Cachorros (PAT, por sus siglas en inglés) gozan de aceptación entre cazadores y adiestradores caninos debido a su aplicación sencilla y alta fiabilidad. Sin embargo, no existen fórmulas milagrosas para predecir el desempeño futuro de un perro en su etapa formativa.
Aparte de la obediencia, la voluntad en el cobro o la predisposición al rastreo —que serán abordados más adelante—, la experiencia sobre el terreno puede ser reveladora. Hay perros que en el campo se revelan como sabuesos de fino olfato, con un instinto innato para localizar presas y acudir a su encuentro con fiereza. En cambio, otros se muestran asustadizos, poco receptivos a los olores y menos a encarar la presa.
En el adiestramiento de perros de caza, la genética y su estudio han sido objeto de interés desde hace siglos, mucho antes de que el naturalista Gregor Mendel descubriera la herencia genética. De vuelta al refranero, la frase «el perro que no es de raza, si no tiene hambre no caza» no debería ser tomada al pie de la letra, pero suele cumplirse. La facilidad para identificar a un buen perro de caza entre pointers, bracos, golden retrievers, terriers, beagles, setters, etcétera, es mayor que entre otras razas.
Aunque influyente, la genética no es decisiva. Así, abundan ejemplares de las razas antes mencionadas cuyos rasgos y cualidades apuntan en dirección opuesta a la cinegética. La valentía al encarar al jabalí y aún abatirlo no está al alcance de todos.
Del olfato al instinto de cobro: características que indican si un perro vale para la caza
Las dotes olfativas desarrolladas es una de las señas de identidad de los perros de caza mayor y menor. Incluso a edades tempranas, estos cánidos recurren a este sentido constantemente, ‘barriendo’ el terreno con el hocico en busca de cualquier rastro. La morfología del animal también da pistas. No es casual que el perro de San Huberto, el basset hound y el foxhound compartan unas fosas nasales y orejas tan amplias, como buenos sabuesos.
El instinto para el cobro —es decir, obtener la pieza herida o muerta— es otra carta de presentación de los perros aptos para la actividad cinegética. Se incluye en el mencionado Test de Campbell y consiste en el lanzamiento y recogida de pelotas, trapos y otros objetos similares. La constancia y rapidez del perro en esta tarea es una señal positiva.
En los cachorros la rebeldía puede aflorar, y por ello una obediencia temprana también arroja luz sobre la pregunta que nos ocupa: ¿cómo saber si un perro es de caza? Sin la capacidad de cumplir órdenes y ajustar su comportamiento a las necesidades de la partida de caza, ninguna de las características antes citadas tendrá utilidad cinegética. Es importante tener en cuenta este aspecto al seleccionar un perro de caza español.
Otra característica inseparable de los mejores perros de caza es el latido, esto es, la habilidad de emitir ladridos entrecortados a medida que visualizan y sigue las perdices, liebres, etcétera. «Uno de mis podencos no late detrás de los conejos» y otras quejas no son infrecuentes entre cazadores. Y es que no todas las razas caninas saben latir, que no es sino el ‘lenguaje’ que dispone el animal para informar sobre la presencia y situación de las piezas cinegéticas.